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Ministerios Litúrgicos
Los Ministerios Litúrgicos son ministerios que sirven durante la celebración de la misa. Necesitamos personas en todos los ministerios. Por favor contacte la Oficina si desea unirse.
Los monaguillos asisten al sacerdote en la celebración de la Misa. Este ministerio está abierto a todos los niños y niñas de quinto a duodécimo grado. El nuevo entrenamiento de monaguillos ocurre en mayo. ComunÃquese con la oficina parroquial si usted o su hijo desean convertirse en monaguillos.
Ministros de la EucaristÃa asisten en la distribución de la Sagrada Comunión en las Misas de fin de semana y llevar la Comunión a los confinados en sus hogares según lo soliciten. Son seleccionados por el párroco y luego de asistir a una sesión de capacitación designada por el Obispo por un perÃodo de servicio de cinco (5) años.
lectores proclamar la Escritura durante la Misa los domingos y dÃas festivos. Tienen sesiones de entrenamiento ocasionales. El ministerio de Lector está abierto a todos los hombres y mujeres confirmados en edad de escuela secundaria y mayores
ACOMPAÑANTES Y SALUDADORES: están llamados a ser Ministros de la Hospitalidad. Están encargados de promover el sentido de acogida y pertenencia de todos los fieles reunidos para el culto. Son el primer punto de contacto para la celebración comunitaria de la Liturgia. Los Ministros de la Hospitalidad atienden a toda la comunidad de manera muy activa.
El Ministerio de la Hospitalidad es verdaderamente un servicio a la Iglesia y debe ser tratado con seriedad y gran dignidad. Por lo tanto, como ujier/saludador, debe tener una comprensión de la liturgia para ser eficaz en proporcionar a los fieles el entorno adecuado.
Además, los siguientes atributos ayudarán a los ministros a buscar el rostro de Jesús en el rostro de todas y cada una de las personas que ingresan a la iglesia: paciencia, reverencia, sensibilidad, compasión, comprensión, mansedumbre y bondad, adoptando un sentido de familia. reunidos como el Cuerpo de Cristo.
Su participación como ujier/saludador debe ser una reflejo directo de su propia vida de oración que se nutre de la Palabra de Dios y la recepción de la Sagrada EucaristÃa, imbuyendo asà dentro de ustedes un espÃritu de dignidad y respeto.